
Hugo Ortuño. San Lorenzo de El Escorial, 15 de julio de 2025
Con pacientes cada vez más jóvenes, familias sobreprotectoras pero ausentes y una nueva amenaza digital que se cuela en los dormitorios a través de las redes sociales, la imagen del trastorno de la conducta alimentaria (TCA) ha cambiado radicalmente en las últimas tres décadas. Para analizar esta nueva realidad, el curso Trastornos de la conducta alimentaria: más allá de la alimentación, dirigido por la profesora Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, ha reunido a un grupo de expertos que han alertado sobre la mutación del trastorno y la creciente precariedad del sistema para afrontarlo. En ese sentido, Díaz, explicó que lejos de ser un problema exclusivamente ligado a la alimentación, “esta patología es hoy un complejo puzle de factores genéticos, familiares y socioculturales”.
Una patología que cambia: el perfil del paciente de hoy
Precisamente para desgranar esta evolución, el psiquiatra Jesús Paño, con más de 30 años de experiencia, aportó una perspectiva histórica que encendió las alarmas: “noto un cambio importante acerca de la edad de inicio, cada vez es más precoz”, afirmó. Paño describió la paradoja de las familias actuales, donde a menudo se da una “sobreprotección” que, sin embargo, convive con una notable ausencia en la vida diaria de los hijos, derivada de las exigencias laborales. El experto indicó que esta dinámica, según él, está generando jóvenes con una alarmante “falta de habilidades de enfrentamiento a la vida (…) y una nula tolerancia a la frustración, lo que les hace más vulnerables a múltiples patologías”.
Del mismo modo, Paño indicó que a este complejo perfil se suma una mayor visibilidad de los casos en hombres, quienes, aunque representan una minoría “de un hombre por cada nueve mujeres”, suelen llegar a consulta en estados de mayor gravedad. Esto se debe a que tardan más en ser diagnosticados y sienten una profunda “vergüenza” al ser el TCA socialmente entendido como un “trastorno de mujeres”.
Asimismo, los expertos destacaron el ejemplo de la vigorexia, una obsesión por el desarrollo muscular que a menudo pasa desapercibida como un problema de salud mental hasta que sus consecuencias físicas, como infartos o fallos renales, se manifiestan a edades tempranas.
Un sistema desbordado y la nueva amenaza digital
Frente a este perfil de paciente cada vez más complejo y precoz, los profesionales denunciaron con rotundidad la creciente precariedad del sistema sanitario español para dar una respuesta adecuada. En este sentido, Díaz Marsá recordó que actualmente “en España tenemos la mitad de psicólogos clínicos y psiquiatras por 100.000 habitantes que en el resto de los países europeos”. Esta grave carencia de personal, explicó, se traduce en “listas de espera de seis meses” para acceder a recursos tan esenciales como un hospital de día, además de generar “una profunda desigualdad en las posibilidades de tratamiento entre las distintas comunidades autónomas”. La experta señaló que, si la falta de recursos sistémicos dibuja un panorama desolador, a este se suma un nuevo factor de riesgo incontrolable: internet. Los ponentes alertaron sobre la existencia de páginas web de acceso libre y redes sociales donde “se comparten de manera abierta los métodos” y se utiliza un “lenguaje propio” para promover la enfermedad, especialmente entre adolescentes. Como ejemplo de esta nueva amenaza se citó la viral “dieta Disney”, que bajo una apariencia inocente esconde graves conductas restrictivas.
Ante este complejo escenario, los expertos concluyeron con una recomendación tan sencilla como poderosa y, además, demostrada científicamente: “cenar en familia”. Un acto cotidiano que, aseguraron, fomenta la comunicación, permite detectar problemas a tiempo y se ha consolidado como una de las “mayores medidas de protección para prevenir” estos trastornos.