
Los catedráticos de Psicología Fernando Maestú, de la Universidad Complutense, y Roberto Colom, de la Universidad Autónoma de Madrid, han traído a los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial los últimos avances de la neurociencia y la genética molecular aplicados al estudio de la inteligencia humana, que están siendo presentados en una jornada, a la que asisten 25 estudiantes, de cinco países, que estudian e investigan en esta materia.
En el curso, titulado Uncovering the secrets of human intelligence from neuroscience and molecular genetics, como explica el profesor Colom, catedrático del Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la UAM, “lo que estamos haciendo es tratar de exponer cuáles son los avances que se han hecho en la neurociencia de la inteligencia y también qué sabemos sobre la genética molecular que hay detrás, y cómo se conectan ambas cosas, cómo la genética contribuye a configurar un cerebro y cómo ese cerebro está detrás del comportamiento inteligente. Ese es el recorrido que estamos tratando de hacer, revelando cuáles son los hándicaps que no sabemos y hacia dónde deberíamos ir para mejorar la actual situación, que no está mal, pero que tenemos todavía mucho tajo por delante”.
Para Fernando Maestú, catedrático del Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia y director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Computacional de la UCM, hay que subrayar que en los últimos años se ha avanzado mucho “en el estudio del cerebro en general, no solo de la inteligencia. Hay muchas técnicas de neuroimagen que se están utilizando y cada vez hay más conocimiento, pero también, es cierto, cada vez también hay más incertidumbres. Por ejemplo, en la primera ponencia, que ha impartido Adam Chuderski, de la Universidad Jagiellonian de Cracovia, se ha remarcado eso: la cantidad de información y datos que existen acerca de los estudios del cerebro y de la inteligencia, pero cuánta incertidumbre hay de si realmente los modelos que estamos usando, las interpretaciones que hacemos sobre los datos son las correctas o no. Es un campo amplísimo en plena construcción y aunque tenemos máquinas y herramientas estupendas y fantásticas realmente queda muchísimo camino por entender cómo funciona el cerebro. Sobre todo, en la relación entre la cognición y el cerebro, que es realmente a lo que más nos dedicamos nosotros.
- ¿Qué papel cumple la neurociencia y cuál la genética molecular en estudio de la inteligencia?
- Roberto Colom: Fundamentalmente hay dos aproximaciones para estudiarlo. Una, la que ha explicado el primer ponente, es cómo desde fuera podemos hacer algo para estimular el cerebro y que eso tenga un impacto en el comportamiento inteligente. Pero hay otra vía, que vamos a ver por la tarde de la mano de Natalia Goriounova, de la Universidad Vrije de Amsterdam, que es desde dentro: ¿y si podemos tocar dentro para que eso impacte desde el sistema en el cerebro y de ahí al comportamiento inteligent?. Son dos vías diferentes, complementarias. Una de ellas parece que funciona un poquito peor y la otra parece más prometedora. Si podemos manipular el cerebro, y si, por ejemplo, podemos editar el genoma y eso puede tener un impacto en cómo se configura, cómo se pueden ir cambiando los cerebros que están detrás del comportamiento inteligente.
- ¿Hay suficiente financiación para unas investigaciones cuyos resultados difícilmente van a poder apreciarse hasta dentro de bastante tiempo?
- Fernando Maestú: Los investigadores nunca tenemos suficiente, pero lo cierto es que la financiación del estudio del cerebro mejoró mucho en las últimas décadas. Ahí está el Human Brain Project, al que la Unión Europea ha dedicado 1.000 millones de euros. Quizá vengan tiempos en los que estas grandes bolsas de dinero que ha habido se vayan a reducir posiblemente, y sería un error porque es muy importante que se continúe con la financiación porque mucha de esta ciencia básica que parece que no añade mucho, en realidad suma un poquito y la suma progresiva llega un día en que produce un cambio exponencial. Eso pasa siempre en la ciencia. Las grandes teorías de la ciencia se han creado caminando a hombros de gigantes, porque ha habido muchos experimentos previos, mucha gente previa que ha dado teorías e información, hasta que se ha producido el cambio. Invertir en ciencia, todo el mundo lo sabe, tiene retorno económico y social. Nosotros hacemos muchas cosas de estudios longitudinales, es decir de ver cómo hay cambios a largo plazo. Eso necesita financiaciones muy largas, pero al final son los mejores estudios y los que mejores resultados dan.