
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 15 jul 2025 16:09 CET
Es la pregunta clave, la que se formulan desde empresas e instituciones hasta padres y profesores: ¿Cómo hay que comunicarse con los jóvenes, cómo cubrir un salto generacional que ha sustituido libros, revistas y periódicos por YouTube, Tik Tok o Instagram? También a las asociaciones de defensa y promoción de los Derechos Humanos les preocupa cómo hacer llegar mensajes cargados de profundidad en no más de 15 segundos, imágenes impactantes y pocas palabras. Este fue uno de los temas que se abordaron en la mesa de debate, que reunió a representantes de Amnistía Internacional, la Asociación Pro Derechos Humanos España, la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), en las jornadas “Cómo comunicar en Derechos Humanos”, que se celebran en los Cursos de Verano de la Complutense en San Lorenzo de El Escorial.
El tema lo introduce en el debate su moderadora, la magistrada e integrante del Observatorio de Derechos Humanos España, Concepción Morales, tras un primer turno de palabra en la que los representantes de las cuatro asociaciones presentes en la mesa describieron de manera somera cuáles son sus estrategias para hacer llegar sus mensajes a la sociedad. Entre ellas, siguen destacando las publicaciones e informes de seguimiento, como el que realiza CERMI cada año sobre el cumplimiento en España de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, o los artículos y blogs que publica prácticamente a diario la Asociación Pro Derechos Humanos España sobre distintas vulneraciones. Morales lanza la pregunta a la mesa: “¿Pero si los jóvenes no leen, cómo os vais a comunicar con ellos?”
Las redes sociales salen de inmediato a la palestra. “Es algo a lo que hay que darle una vuelta. Hay que estar en el barro de las redes sociales, sí. ¿Pero en todas, en X también, donde sabemos que se persiguen objetivos anti derechos humanos?”, se pregunta el responsable de Campañas y movilización social de Amnistía Internacional España, Carlos Escaño Marín. “Estamos –se responde- porque es un espacio clave para llegar a una parte muy importante de la población. Lo hacemos –concluye- combinando mensajes muy creativos, que tengan impacto, con enlaces a contenidos con más rigor”. “Tenemos que adaptarnos. Es información más ligera, más audiovisual, que nos obliga a hablar en su idioma, pero que nos tiene que dar pie a ofrecer más información con más hondura”, añade Nacho Esteve, vocal de Comunicación de la Junta de Gobierno de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, quien, no obstante, advierte de la necesidad de vigilar el uso de la Inteligencia Artificial en las redes, no sólo por la veracidad o no de los mensajes, sino, sobre todo por las discriminaciones de sus algoritmos.
El presidente de CERMI, Luis Cayo Pérez, en cambio, niega la mayor. Para él no es cierto ni que los jóvenes no lean, ni que sea imprescindible adaptarse a sus canales, códigos y lenguajes. Es más, critica ese “edadismo invertido” en el que cae la sociedad cuando de manera constante halaga a los jóvenes y deja de pensar en la mayoría de la población que no es joven, “que somos la mayoría”. Con una sonrisa recuerda la célebre frase “la juventud es un accidente que se suele pasar con el tiempo”. “Hay que acercarse a ellos –concede-, pero yo no estaría preocupado, al final lectura y escritura siguen siendo importantes”. Ignacio González Vega, secretario general de la Asociación Pro Derechos Humanos España y ex portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia, coincide también en que no es cierto, a su juicio, que los jóvenes no lean, pero que sea así o no, lo importante es “invertir en educación y reducir la ignorancia, invertir en una educación pública y de calidad para defender los derechos humanos”, defiende entre los aplausos de los asistentes.
Junto a este debate sobre las formas de comunicarse e informarse de los jóvenes, la mesa redonda dejó otras lecciones. Por ejemplo, Carlos Escaño, de Amnistía Internacional, apuntó que, a su juicio, si las cosas no cambian el problema “no es de déficit de información, sino de déficit de poder”. Su receta es el “people power”, es decir, impulsar la conciencia de movimiento en la gente, “recordarle que al igual que los derechos sociales de los que disfrutan se consiguieron por las luchas del pasado, ellos pueden también cambiar las cosas, y que solos no lo van a conseguir”. El presidente de CERMI, Luis Cayo Pérez, insistió en que el objetivo de su asociación, que representa a todas las relacionadas con la discapacidad en España, es que la sociedad “tome conciencia” de que la discapacidad no es caridad ni asistencialismo, sencillamente es “igualdad absoluta de derechos”. Para lograrlo defiende la difusión de un conocimiento real sobre la discapacidad, que denuncie las violaciones, proponga mejoras y celebre los logros. Nacho Esteve, de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, coincide en esa necesidad de difundir conocimiento real y defiende hacerlo sin sensacionalismo ni simplismo, sino con debate y análisis hecho con enfoque de género y de paz. Ignacio González Vega, de la APDHE, por su parte, da una receta sencilla: sensibilizar, formar, denunciar y “comunicar, por donde sea, porque lo que no se comunica no existe”, aseguró.